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LA REVOLUCIÓN MINERA DE LOS TAXISTAS

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“Si el Ayuntamiento no prohíbe Uber lo solucionaremos a la siciliana, es decir, quemando coches de Uber”. Preguntar sobre Uber a los taxistas de Madrid o Barcelona es el mejor termómetro de cabreo. Están dispuestos a utilizar técnicas medievales para luchar contra la tecnología del siglo XXI y ganar si la Administración no le para antes los pies a Uber. Una presión que, a la vista de las últimas decisiones judiciales, que prohíben la actividad de la compañía en toda España, parece haber surtido efecto.

Nos gusta pensar que los seres humanos somos buenos o malos por naturaleza. Y la realidad es que nos movemos en gran medida por incentivos, nos guste o no. Que los taxistas estén dispuestos a llegar a un nivel de presión similar a los mineros o astilleros no significa que sean personas distintas al resto, significa que han cambiado sus reglas. El taxista de esa primera frase era un tipo tranquilo, de unos cincuenta años, simpático y agradable en el trato, no la típica persona que me esperaría ver quemando un coche. Según sus palabras, la única ventaja de “este trabajo de mierda” es poder vender la licencia cuando te jubiles para tener unos 120.000 euros que complementen una pensión mínima.

Uber Taxi App

Si de un día para otro cualquiera puede ejercer la profesión, su licencia no vale nada. Y si además el que ejerce esa profesión no paga impuestos, ellos llevan las de perder.

Para entender de dónde nace Uber hay que entender primero cómo se fijan los precios de los taxis, al menos en España. Es un acuerdo entre el Ayuntamiento y el gremio de taxistas. Es decir, un caldo de cultivo para beneficiar intereses particulares frente al interés general de un servicio público que tiene prohibida la competencia.

Uber es el Napster de los taxis. Cuando una situación es injusta para una gran mayoría, como la música a 20€ el CD, llega alguien que rompe la baraja y lo hace gratis. Lo cual además de ser alegal tampoco es justo. Napster hizo que cualquiera pudiese bajarse música sin pagarla. Quince años después tenemos Spotify, que por una cuota razonable permite el acceso a la música. Uber no es justo para los taxistas ni para los ciudadanos: es economía sumergida. Pero, ¿es más injusto o inmoral no pagar impuestos que fijar los precios arbitrarios entre dos partes interesadas y no permitir competencia?

Uber Taxi App

No deberíamos culpar a los taxistas por haber emprendido su revolución minera. Es comprensible ahora que las reglas han cambiado de golpe. Pero de lo que sí son culpables en gran parte es de haber creado la situación para que esto sea así. ¿Por qué no han luchado por reducir los trámites administrativos, los costes de licencia, la homologación del taxímetro? La respuesta es sencilla: porque no lo pagan ellos, lo paga el usuario. Eso hace que coger un avión desde cualquier punto de la península a Madrid o Barcelona cueste casi lo mismo que moverse de ese aeropuerto al centro de la ciudad. O que en una ciudad pequeña el coste por kilómetro en taxi pueda ser más caro que el coste por kilómetro de un jet privado en Estados Unidos -si no os lo creéis, consultad BlackJet-. Como el usuario no tiene elección y no hay competencia, todos contentos.

La historia de los mineros se repite: diversos años viendo que el modelo no es sostenible y que se está pagando con dinero público, pero cuando llega el momento de cerrar, quemamos cosas para evitarlo, porque están jugando con la comida de nuestros hijos.

La competencia no es sólo Uber, es el transporte público, el coche privado o no salir de casa mientras los impuestos a pagar por movernos sean exagerados

Los taxistas son ahora las víctimas de una legislación injusta y restrictiva. Esto siempre ha sido así, pero hay dos factores por los que ahora ha explotado: el primero es la situación económica -no he visto que los precios de los taxis se ajusten a la realidad-, y la segunda la aparición de tecnologías que permiten sacar a flote un hecho: que cualquiera puede hacer ese trabajo mucho más barato, aunque pagase impuestos.

Veamos las matemáticas. En cualquier ciudad vemos más taxis libres que ocupados, y el tiempo del taxista cuesta lo mismo esté libre u ocupado. También vemos un montón de coches, y un taxi normalmente gasta menos combustible o el mismo que cualquier coche. Entonces, ¿por qué la gente va en su propio coche? Respuesta: porque el precio es muy elevado debido a amortizaciones de licencias, impuestos locales, taxímetros…

Uber Taxi App In Madrid

Hay otra frase de un taxista con la que estoy totalmente de acuerdo: “en igualdad de condiciones nosotros haríamos mejor el trabajo que cualquiera, tenemos años de experiencia en esto”. Esa es la clave. La lucha no debe ser contra Uber. La lucha debe ser en dos frentes: que los impuestos que pague un conductor de Uber -ahora mismo cero- sean los mismos que los que paga un taxi -ahora mismo demasiados-. Todo lo demás será luchar contra la tecnología y contra el interés general de sus clientes, una batalla que a largo plazo estará perdida. Porque la competencia no es sólo Uber, la competencia es el transporte público, el coche privado o, directamente, no salir de casa mientras los impuestos a pagar por movernos sean exagerados.

Uber es una aplicación que se engloba en la denominada sharing economy, donde la propiedad privada de activos que se pasan la mayor parte del tiempo parados, como un coche, deja de tener sentido gracias a poner en contacto a gente que puede compartirla. Los taxistas deberían salir reforzados de este cambio tecnológico, a priori les beneficia, pero sólo si son capaces de remar hacia el mismo lado que los usuarios e identificar su enemigo real: una legislación abusiva con el usuario de la que ellos fueron verdugos y ahora se han convertido en víctimas.
 
 
 

Daniel Seijo (@dseijo)

 


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